RV).- Sólo Cristo crucificado nos salvará de los demonios que nos hacen “resbalar lentamente hacia la mundanidadâ€, salvándonos también de la “necedad†– de la que habla San Pablo a los Gálatas –  y “de la seducciónâ€. Lo afirmó el Papa en su homilÃa de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el segundo viernes de octubre. Francisco reflexionó con el Evangelio de San Lucas propuesto por la liturgia del dÃa en que Jesús dice: “Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a ustedesâ€. El PontÃfice exhortó asimismo a realizar un examen de conciencia, a las obras de caridad, “aquellas que cuestanâ€, pero que “nos conducirán a estar más atentos†y vigilantes para que no entren personajes “astutosâ€, es decir los demonios.
El Obispo de Roma explicó que el Señor “pide ser vigilantesâ€, para no caer en la tentación. Por esta razón el cristiano está siempre “en vela, vigila, está atentoâ€, como un “centinelaâ€. Y recordó que el Evangelio presenta la lucha entre Jesús y el demonio, a la vez que “algunos†decÃan que Cristo tenÃa el “permiso de Belcebú†para echar a los demonios. Mientras Jesús no relata una parábola, sino que “dice una verdadâ€: cuando el espÃritu impuro “sale del hombreâ€, decide tomar “otros siete espÃritus peores que élâ€, de manera que también la “condición de aquel hombre†se vuelva “peor que antesâ€. Y Francisco se detuvo en la palabra “peorâ€, para explicar que tiene “tanta fuerza†en ese pasaje, porque los demonios entran silenciosamente.
“Comienzan a formar parte de la vida. Incluso con sus ideas y sus inspiraciones, ayudan a aquel hombre a vivir mejor… y entran en la vida del hombre, entran en su corazón y desde dentro comienzan a cambiar a ese hombre, pero tranquilamente, sin hacer ruido. Es diverso, este modo es diverso del de la posesión diabólica que es fuerte: ésta es una posesión diabólica un poco ‘de salón’, digamos asÃ. Y esto es lo que el diablo hace lentamente en nuestra vida, para cambiar los criterios, para llevarnos a la mundanidad. Se mimetiza en nuestro modo de actuar y nosotros, difÃcilmente nos damos cuenta de esto. Y asÃ, aquel hombre, liberado de un demonio, se vuelve un hombre malo, un hombre oprimido por la mundanidad. Y esto es lo que quiere el diablo: la mundanidadâ€.
La mundanidad, por otra parte, es “un paso hacia adelante en la ‘posesión’ del demonioâ€, añadió el Santo Padre. Es un “encantamientoâ€, es la “seducciónâ€. Porque él es el “padre de la seducciónâ€. Y cuando el demonio entra “tan suavemente, educadamente y toma posesión de nuestras actitudes†– explicó – nuestros valores “van del servicio de Dios a la mundanidadâ€. Asà se convierte en “cristianos tibios, cristianos mundanosâ€, con una “mezcla†– que el Papadefinió un “popurrÆ–  entre “el espÃritu del mundo y el espÃritu de Diosâ€. Todo esto “aleja del Señor†– agregó –  y reafirmó el tema de la “vigilanciaâ€, sin “asustarse†y con “calmaâ€.
“Vigilar significa comprender qué cosa pasa en mi corazón, significa detenerme un poco y examinar mi vida. ¿Soy cristiano? ¿Educo más o menos bien a mis hijos? ¿Mi vida es cristiana o es mundana? Y ¿cómo se puede comprender esto? La misma receta de Pablo: mirar a Cristo crucificado. La mundanidad sólo se comprende dónde está y se la destruye ante la Cruz del Señor. Esta es la finalidad del Crucifijo ante nosotros: no es un ornamento; es precisamente lo que nos salva de estos encantamientos, de estas seducciones que te llevan a la mundanidadâ€.
Hacia el final de su reflexión el Papa exhortó a preguntarnos si miramos a “Cristo crucificadoâ€, si hacemos “el VÃa Crucis para ver el precio de la salvación†no sólo de los pecados “sino también de la mundanidadâ€.
“Después, como dije, el examen de conciencia, qué cosa sucede. Pero siempre ante Cristo crucificado. La oración. Y después, hará bien hacerse una fractura, pero no en los huesos: una fractura en las actitudes cómodas: las obras de caridad. Yo soy cómodo, pero haré esto, que me cuesta. Visitar a un enfermo, ayudar a alguien que tiene necesidad… no sé, una obra de caridad. Y esto rompe la armonÃa que trata de hacer este demonio, estos siete demonios con el jefe, para hacer la mundanidad espiritualâ€.
(MarÃa Fernanda Bernasconi – RV).